Desnudar, abrir y habitar el espacio. Recuperar el espíritu original del edificio potenciando nuevas conexiones físicas y visuales.
Tarragona, situada estratégicamente en una colina, tiene una estrecha relación con el Mediterráneo. Esta dualidad geográfica permite encontrar puntos tan privilegiados como este estudio, uno de los pocos bajos de la ciudad con vistas al mar.
El proyecto trata de recuperar un local de 32m2 situado en la planta baja de la casa Antoni Rosell Fortuny, construida el año 1931 por el arquitecto Francesc de Paula Morera Gatell enfrente del Balcón del Mediterraneo, al final de la Rambla Nova.
La reforma se entiende como una nueva capa que se suma a la primera actuación realizada por Joan Tous Arquitectes y consiste en transformar un local que habia funcionado durante mucho tiempo como almacén en un lugar de trabajo amplio y luminoso.
La intervención se estructura principalmente en tres acciones.
Desnudar. Descubrimos la estructura original del edificio, un sistema de arcos y bóvedas que estructuran y ordenan el espacio, repicando ciertas partes de los muros y el forjado para recuperar la materialidad constructiva original del edificio, dejarlos respirar y evitar así su deterioro a causa de la humedad. Algunas partes de los muros y las bóvedas se pintan en blanco para mejorar las condiciones lumínicas del estudio.
Abrir. Potenciamos la relación entre el interior y el exterior fomentando el contacto visual con el mar. Eliminamos las divisiones que tapiaban los arcos transversales generando un único espacio diáfano, y conectamos visualmente el estudio con el espacio común de acceso y con el espacio público exterior abriendo una nueva gran ventana con marcos de madera.
Habitar. Finalmente, definimos y personalizamos el estudio mediante diferentes piezas de mobiliario de madera de pino hechos a medida que se adaptan a los espacios disponibles y caracterizan y especializan los distintos ámbitos del estudio.